Si el futuro es (únicamente) digital, qué mejor medio para adentrarse en las profundidades del mar binario que a través de la red de redes, que ha sido el gran impulsor y el definitivo receptor de «los otros» medios de comunicación. El paso del sistema de transmisión analógico al digital está en fase de crecimiento y, aunque tardará unos años en completarse, cada vez está más claro que la antena no va a ser el único lugar por el que se va a recibir el contenido televisivo.

Cada día, una gran empresa de producción informa que ha aumentado el archivo de productos disponibles para que los usuarios se los descarguen. Al ordenador, al teléfono, a la PDA… Y, pronto, al televisor.

Leo hoy que AOL, el mega-proveedor de internet noretamericano va a poner a la venta programas de televisión en su portal a partir del próximo verano. El nuevo nicho creado gracias a la explosión de los iPod y al uso masivo de iTunes, que han generalizado la descarga legal de música e imágenes en movimiento, resuma un olor a dinero que atrae a los más grandes carroñeros.

En nuestro país, en nuestro pueblo, esta circunstancia puede ayudar a cambiar muchas cosas. Que sea tan general el uso de la red para la descarga de programas televisivos favorece a aquellos que tienen las ideas para realizarlos, incluso los medios materiales para su elaboración, pero no el hueco en el éter para llevarlo por las ondas a los espectadores.

¿Es internet el futuro de la televisión? Si tuviera la respuesta definitiva, le sacaría provecho. Pero sí tengo la certeza de que se trata, al menos, de uno de los futuros.

Ya veremos.